Calculamos la huella de carbono del Consorcio de Transportes de Granada
Durante los últimos años, las emisiones de gases de efecto invernadero debidas al calentamiento global y al cambio climático, han ido escalando puestos en las preocupaciones mundiales. En la actualidad, y especialmente a partir de la COP21 de Paris, este es uno de los temas clave para el desarrollo sostenible. Hasta tal punto que, en los objetivos Europa 2030, ocupa uno de los principales apartados.
Los gobiernos de todo el mundo están tomando medidas para conocer, reducir y compensar sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (en adelante GEI). Para ello están articulando planes y políticas que les permitan conseguirlo. Estas políticas están llevando a la necesidad de comprender los riesgos asociados a los GEI. Para ello es necesario diseñar estrategias de sostenibilidad basadas en el cálculo de la Huella de Carbono. Ésta se define como la totalidad de gases de efecto invernadero, medidos en masa de CO2 equivalente, emitidos de forma directa o indirecta por la actividad de un individuo, organización, evento o producto.
Por estos motivos, la huella de carbono se ha convertido en uno de los principales indicadores de sostenibilidad. Este indicador, además, se está ligando de forma decisiva a la competitividad. Esto es debido a los marcos legislativos, fondos y bolsa de carbono que se están desarrollando a nivel mundial para reducir las emisiones de GEI y minimizar el impacto climático.
Calculamos la huella de carbono del Consorcio de Transportes de Granada
En línea con la situación climática anterior, el Consorcio de Transporte Metropolitano del Área de Granada, concienciado y comprometido en la lucha contra el cambio climático, ha comenzado a desarrollar una estrategia de sostenibilidad basada en la huella de carbono.
Con una apuesta decidida para conocer el impacto de sus actividades y en un contexto en el que el transporte supone aproximadamente un tercio de las emisiones, el Consorcio ha decidido dar un paso más en este reto. Para ello ha calculado sus emisiones de CO2. El objetivo es tener un punto de partida para reducir su impacto climático. Este compromiso que ha adoptado supone una mejora importante en la sostenibilidad. Además nos va a permitir actuar en contra del cambio climático, sin disminuir la calidad de los servicios prestados.
El proyecto se plantea no solo como un cálculo, sino como una herramienta que mejore la gestión del sistemas de transporte. También nos permitirá cumplir con los compromisos adoptados por la Agenda 2030 y el Green Deal Europeo.
Según el último inventario de emisiones de GEI nacional, el 29% de las emisiones son derivadas del transporte, el único sector que aumentó las emisiones respecto al 2018. Esto es debido principalmente al aumento de las emisiones por carretera.
El objetivo de la Comisión Europea es claro: a mitad de siglo, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte tendrán que haberse situado, como mínimo, un 60% por debajo de las de 1990. Deberán estar claramente encaminadas a alcanzar el nivel de cero emisiones.
Emisiones por línea y por pasajero
Con este cálculo de Huella de Carbono, el Consorcio conocerá las emisiones por línea y por pasajero del servicio de transporte de viajeros. Para ello, se seguirá la metodología de la Norma UNE-EN ISO 14067:2019. Esta norma cuantifica las emisiones por unidad de producto o servicio. Por otra parte, la norma EN-16258, genérica para el sector de transportes, servirá de base para comparaciones con futuros años y poder constatar los avances logrados. Además, los usuarios podrán conocer las emisiones evitadas si ese desplazamiento lo hiciesen en un turismo convencional.
Los datos analizados serán los de 2019, en los que había alrededor de 115 vehículos operativos repartidos en las 19 concesiones. También se analizan los kilómetros recorridos durante el año, pudiendo estimar las emisiones del servicio en toneladas de CO2 por kilómetro recorrido, por línea, o por viajero. No obstante, estas emisiones no son las únicas que produce el consorcio. También se tendrán en cuenta las emisiones derivadas del funcionamiento interno, oficinas y centros de trabajo, refrigeración, etc. En este sentido, todas las actividades relacionadas se tienen en cuenta.
Fuetes de emisión
La principal fuente de emisión se localiza en la combustión interna de los vehículos, donde, dependiendo del combustible utilizado, se emiten los diferentes gases de efecto invernadero como el dióxido de Carbono (CO2), el dióxido de nitrógeno (NO2), así como otro tipo de emisiones como partículas, aerosoles y ruido. Todos ellos tienen efectos nocivos para la salud humana y el medio ambiente.
Estas emisiones liberadas por cada vehículo proceden de diversas fuentes: emisiones de gases de escape, emisiones que se evaporan, pérdidas por repostaje, abrasión de neumáticos, frenos y embrague, desgaste de la suspensión en carretera y resuspensión del polvo de la carretera. Además, también influye la normativa aplicable a los vehículos pesados como los autobuses conocidas como EURO V, EURO VI, etc., relativas a la homologación de los vehículos de motor, así como las emisiones de dióxido de carbono.
No hay que olvidar que el transporte público eficiente es clave para una ciudad sostenible. Tiene la capacidad de transportar con menor energía a un gran número de personas respecto a un vehículo privado. Esto aumenta significativamente la eficiencia energética en el transporte de viajeros. Además, de media, reduce más emisiones cuanto mayor es el número de usuarios.
Por lo tanto, la estrategia a seguir está clara. Se trata de reducir las emisiones en las ciudades y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En Omawa estamos seguros de que conocer y medir la Huella de Carbono de este servicio promueve una movilidad baja en carbono. Esto nos permite darnos cuenta del impacto en nuestras acciones cotidianas planteando, de esta forma, la posibilidad de evitar, reducir o compensar.
Foto portada: Wikipedia.
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