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Del valor de la sostenibilidad al coste de la sostenibilidad

Nuevas consideraciones sobre el Reglamento Ómnibus de la Unión Europea

 Por Andrés Ferrer Santiago, CEO de Omawa

Hoy os traigo un nuevo artículo de opinión de la serie que vengo haciendo desde que salió el  #CompetitivenessCompass de la Unión Europea.

 

Contexto del Reglamento Ómnibus  

 De entrada tengamos en cuenta que la Directiva Omnibus solo afecta al reporting que las empresas deben hacer en materia de sostenibilidad. No va dirigido a decir qué se debe o no hacer en materia de sostenibilidad y, por tanto, sigue en pié la apuesta por la sostenibilidad de la UE. Lo único, que la deja herida de gravedad, pues el grueso de las empresas que hacen cuestiones de sostenibilidad lo hacen por la obligación del reporting y, al retirar esto, mucho se perderá.

Para los profesionales de la sostenibilidad, entre los que me incluyo, el 26 de Febrero de 2025 quedará como el día D de nuestro sector. Un día en el que pasamos de la revolución industrial de la sostenibilidad y lo verde a la desaceleración de la sostenibilidad y lo limpio. Y digo esto, no por el contenido de la propuesta de Directiva Ómnibus, sino por el trasfondo que para mi es más importante que el contenido. Pero ojo, no perdamos de vista que una desaceleración no es un retroceso, esta pausa supone un desafío y una oportunidad para reforzar la sostenibilidad con un enfoque más estratégico y menos de cumplir, en donde la convicción por parte de las empresas les aporte el valor que supone trabajar las cuestiones en materia de sostenibilidad. 

 

Consecuencias del paquete Omnibus

 El contexto en el que llega la Directiva Omnibus, transmite la idea de que la sostenibilidad es un obstáculo para la competitividad, lo que contradice la narrativa que hemos estado construyendo durante años. Es más, incluso lanza el mensaje del coste que supone el reporting en materia de sostenibilidad, concretamente 6.300 millones de Euros.

Una de las claves de la justificación de la Directiva es que se reduce en un 80% las empresas a las que les aplica, pero ¿sabemos cuál era la dimensión? Se hablaba que en Europa las obligaciones de realizar informes de sostenibilidad bajo CSRD afectaban a unas 50.000 empresas sobre más de 30 millones. En España eran unas 6.500 las empresas afectadas, o lo que es lo mismo el 0,2% del total de empresas del territorio nacional. Con este planteamiento Omnibus la obligación pasa a ser de unas 10.000 empresas en Europa y en España de 1.210 o lo que es lo mismo el 0,04% de las empresas. Si vemos los números, la CSRD no era tan ambiciosa como parecía.

Lo que sí le pasaba a la CSRD es que pedía mucha información nueva a las empresas o data point, que cuesta obtenerlos por la falta de cultura. El principal error es la falta de pedagogía desde el inicio. En el planteamiento inicial nos pasamos en el acelerón y ahora nos pasamos de frenada en la retirada, lo que genera inseguridad jurídica.

En mi opinión hubiese sido más práctico hacer una reforma en la línea de reducir data point y crear dos versiones, una más exhaustiva para las empresas de más de 1.000 empleados y otra versión reducida (similar al EINF pero más intensa en descarbonización) para las empresas de entre 250 y 1.000 trabajadores. Que en la práctica es lo que ha pasado con la propuesta de aplicar el estándar VSME, pero lo han dejado como voluntario y eso supone perder toda la ambición.

En este sentido, lo bueno de la voluntariedad por Ley es que la obligación vendrá de la mano de la cadena de valor y eso a veces es más importante y efectivo que si afecta por norma. Como suelo decir, ¿qué es más importante, que me lo pida la Ley o que me lo pida mi cliente?

El otro gran mensaje del día D, es la presentación del Pacto por la Industria Limpia, que es una buena noticia, pero que también deja un cadáver en el ámbito de la sostenibilidad, pues ahora se pasa de industria verde a industria limpia que es parecido pero no lo mismo. Esto nos dice que el Pacto Verde ha muerto (que alguien escriba una bonita esquela). Ahora es el Pacto Limpio y lo único que queda es la ambición modificable del NET ZERO 2050.

Al final, una visión de todo lo que está ocurriendo puede ser que estamos en el Camarote de los Hermanos Marx, pues todo lo que se dice que es importante se termina modificando cuando a ciertos actores no les interesa, en este caso a Trump, Draghi y a las empresas menos innovadoras de Europa.

Si pensamos que la competitividad de las empresas va a mejorar por eliminar las obligaciones en materia de reporting en sostenibilidad, se avecina un problema muy grande en los próximos años.

 

 

 Análisis de la Directiva Ómnibus

Tras analizar el trasfondo, contexto y las formas del mensaje, voy a analizar los cambios que se plantean y lo primero que tengo que decir es que coincido en gran parte con la propuesta:

CBAM. Solo puedo decir que lo han planteado muy bien. No tenía sentido que todo el que importase más de 150€ tuviese que hacer un reporte. Ahora pasamos a 50 toneladas acumuladas y además se simplificará el informe. No voy a comentar más del CBAM pues en mi opinión han acertado con el ajuste.

Debida Diligencia. En este caso creo que se ha hecho un buen trabajo de simplificación, aunque aún queda pendiente ver cómo queda el tramo de empresas afectadas y el solapamiento con la CSRD, pero hacer una evaluación cada 5 años y limitar la información a pedir y la responsabilidad es acertado. Ahora solo falta ver si esta actualización cada 5 años termina impulsando ambición en las empresas a las que se pregunta.

Taxonomía. En principio y, a esperas de ver esa modificación del acto delegado, no está mal planteada la limitación de aplicación y lo más importante, la simplificación del DNSH. Lo único, yo sí hubiese mantenido para las empresas más pequeñas (250-1000 trabajadores) una obligación de hacer los planes de transición que permitan mostrar por parte de las empresas esa hoja de ruta que les lleve a pasar del marrón al verde. Realmente eso implica poco esfuerzo pero aporta mucha información a los empresarios e inversores para tomar decisiones estratégicas

CSRD. En este caso, mi opinión es de desastre. Sí que es cierto que tiene cierto sentido el planteamiento, pero no poner una obligación de reporte aunque sea bajo el VSME a las empresas de entre 250 y 1000 trabajadores, es dejar mucho al voluntarismo y eso en la práctica lleva a no hacer nada o en caso de tener que hacer algo hacer lo mínimo. Aquí esperaba más ambición y veo que esto consagra la muerte del ESG que ya dije cuando Blackrock dejó de utilizarla. Tened en cuenta que en Europa no hay cultura de hacer un EINF como pasa en España y Portugal, pero si la Directiva Omnibus se aprueba tal como está, las empresas en vez de ir a más irán a menos, pues muchas dejarán de estar obligadas a reportar, salvo que otra empresa obligada por la CSRD lo pida.

 

 

Conclusiones

Tras este análisis en la parte técnica, los cambios van a suponer una desaceleración en la velocidad de implementación de los objetivos de sostenibilidad y por efecto sinergia, de los objetivos de descarbonización, por ello no debemos relajarnos pues al final, si no se quiere recular también con el NetZero, en algún momento deberán llegar las obligaciones pues si no será inviable cumplir con la agenda de descarbonización.

En esta línea, es de esperar que a los profesionales como yo, nos surjan las dudas  sobre la seguridad jurídica en este sector. Como consultor ahora debo reflexionar bien el discurso y seguir demostrando y predicando en el desierto (ya estoy acostumbrado a esto, llevo 20 años haciéndolo) para demostrar que la sostenibilidad sí es una inversión rentable y que la descarbonización es una necesidad rentable.

Por último, una reflexión ya que se ha puesto encima de la mesa el coste del reporting, mi pregunta es ¿por qué no se pone el coste de no trabajar la sostenibilidad y el net zero? ¿No interesa mandar ese mensaje? Para mi es más alto el coste de no tener ambición en materia de sostenibilidad que el coste de reporting, que solo es un coste si se hace por hacer, pues el reporting bien hecho es un inversión al permitir saber qué se hace y que no, como se hacen las cosas y analizar riesgos para tomar decisiones más acertadas.

El coste real para las empresas y la sociedad no radica en los informes, sino en la falta de compromiso con la sostenibilidad y el Net Zero. No abordar estos temas tendrá consecuencias financieras mucho más graves.

 A modo de conclusión, si analizamos fríamente cómo quedará la sostenibilidad en el post 2025 podemos decir que mejor que en 2024. Seguirá siendo clave en la competitividad de las empresas y una necesidad. Esto no es un retroceso, es una desaceleración, con lo cual no es negativo aunque se ha perdido la ambición.

Ante este escenario, tanto Omawa Huella Ecológica como yo, vamos a seguir trabajando de la mano de nuestros clientes y empresas en mejorar la sostenibilidad, pues el reto de la sostenibilidad no estaba en el reporting, sino que esta en la descarbonización, en la sostenibilidad de los productos, en la economía circular, los riesgos climáticos, la gestión del agua, entre otras cuestiones. Hay mucho por hacer antes del reporting. Ahora quien reporte lo dotara de contenido útil, que eso sí es lo importante y además le aportara valor.

 

 

 

 

 

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