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Simplificación de la Taxonomía 

¿Supondrá un impulso de las finanzas sostenibles? ¿Servirá para las PYMES?

Un artículo de Andrés Ferrer Santiago

Como era de esperar, ya empieza el desfile de documentos de trabajo con motivo del recién anunciado #CompetitivenessCompass de la #UE y su primer Reglamento #Omnibus con gran importancia en la simplificación administrativa en especial de la #PYME.

En tan solo una semana desde  que @Ursula Von der Leyen diera su rueda de prensa para anunciar su nuevo marco de trabajo de esta nueva Comisión Europea, basado en mejorar la competitividad industrial de la UE, ya empiezan a publicarse los primeros informes alineados con la simplificación administrativa del reglamento ómnibus.

En este caso ha sido la Plataforma Europea de Finanzas Sostenibles la que ha publicado una propuesta para reducir la carga administrativa de la Taxonomía y hacerla más fácil de aplicar y útil.

Tras leer el documento de 111 páginas, me he dado cuenta del gran trabajo que ha realizado la plataforma durante bastante tiempo para pulir la Taxonomía en su aplicación. El documento no me ha decepcionado y creo que muchas de las propuestas son acertadas para los objetivos marcados. Además, en el documento he visto una cosa que me ha gustado mucho y ha sido el enfoque para la PYME que siempre he defendido, pues es el tejido empresarial de España y Europa. En muchos foros he defendido y criticado que las finanzas verdes dejaban a las PYME fuera de juego. 

Ahora toca esperar que estas recomendaciones y los actos delegados, cuando se lleven a la práctica, no pierdan la esencia.

Qué es la taxonomía

Antes de continuar el análisis del documento, quiero explicar qué es la Taxonomía, pues realmente el gran problema en su aplicación es la falta de conocimiento y entendimiento.

En este sentido, la taxonomía, en su concepción más simplificada es: Un sistema de clasificación de actividades empresariales medioambientalmente sostenibles, basado en criterios técnicos objetivos y en continua evolución, pues están definidos por el estado del arte de cada sector. Este sistema define si una actividad es sostenible o no con carácter finalista, es decir, no en fase de diseño sino en la práctica. En la sección final del artículo, profundizo en los principios clave de la taxonomía y su evolución, para que puedas comprender su impacto real en la sostenibilidad empresarial.

Recomendaciones resumidas del informe «Simplificando la taxonomía de la UE para fomentar las finanzas sostenibles»

Objetivo: Simplificar y mejorar la eficacia del marco de la taxonomía de la UE.

Enfoque principal:

  • Simplificación de los informes.
  • Mejora del acceso a los datos.
  • Coherencia con otras regulaciones.

Propuestas principales:

  1. Reducción de la carga de información corporativa:
    • Ajustar el KPI de OpEx como una divulgación voluntaria, excepto para I+D. Esta medida es de las mejores que se podrían hacer, el OPEX genera mucha complejidad en las empresas.
    • Introducir un umbral de materialidad para la presentación de informes sobre los KPI de facturación, OpEx, CapEx y los KPI combinados de las empresas financieras, de acuerdo con la Directiva de Contabilidad.  Otra gran medida, hasta ahora si hacia una actividad aunque representara un 0,01% de tu cifra de negocio técnicamente tenías que reportarlo, ahora esto irá sujeto a materialidad. Lógico que no se  aplique taxonomía a cuestiones residuales en la cifra de negocio, el capex y el opex. Esto simplifica muchísimo y limita la aplicación al core del negocio y las inversiones.
    • Mejorar la alineación con la información financiera. Algo muy importante si se pretende que sirva para canalizar fondos o al menos para identificar inversiones sostenibles que mejoren el GAR de las entidades financieras. 
    • Simplificar las plantillas de informes, con una clara reducción de puntos de datos para limitar la elaboración de informes a la información que es relevante para la toma de decisiones de negocio. Otra gran medida, para que tantos datos si no son útiles y aportan valor. Menos es más, además hace más digerible a las empresas el proceso y por tanto anima a la inversión en sostenibilidad.
  2. Simplificación del Green Asset Ratio (GAR):
    • Garantizar un GAR simétrico con composición de numerador y denominador similar. Algo que permitiría fomentar los préstamos verdes y de transición.
    • Simplificar los informes de exposición minorista, centrándose en la contribución sustancial. Eliminaría mucha burocracia a presentar como justificación centrando más en lo operativo. Aquí he de apuntar que se puede copiar lo que pasa con SLLP (Sustainability Linked Loans Principles) que es muy operativo.
    • Permitir estimaciones y valores aproximados para la presentación de informes, junto con medidas de protección para protegerse contra acusaciones de lavado de imagen verde. Aunque este punto es algo complejo pues la incertidumbre siempre genera conflicto especialmente con los auditores, se puede trabajar mucho para que se puedan utilizar valores estimados siempre que sean razonables y coherentes y estén bien justificados. Esta medida permite simplificar la carga interna, pues, a veces, conseguir el dato óptimo conlleva una carga de trabajo y tiempo que no son operativos ni necesarios.
    • El principio de materialidad debería aplicarse a los KPI combinados de las empresas financieras, excluyendo los segmentos de negocio inmateriales no consolidados conforme a la Directiva contable. En este punto estoy totalmente de acuerdo, si queremos que la sostenibilidad se integre en las cuentas, debe seguir las mismas reglas, de lo contrario generamos problemas de gestión y flujos de trabajo que para las empresas no tienen valor.
  3. Enfoque práctico de los criterios de «no causar daño significativo» (DNSH):
    • Introducir un proceso de evaluación del cumplimiento más ligero (en relación con la evidencia de cumplimiento, documentación y/o normativa de la UE). Los DNSH son muy enrevesados y en algunos casos poco útiles, en las cuestiones de adaptación al cambio climático el DNSH debe simplificarse y si has hecho tu evaluación de riesgos climáticos eliminarse de la justificación. Además a veces tiene más trabajo justificar el DNSH que el criterio técnico de selección. Por no decir, que el cumplimiento de algunos DNSH en países fuera de la UE se hace muy complicado en algunos sectores, por cuestión de normativas.
    • Priorización de la utilidad y practicidad de los criterios DNSH. Estos  deberían revisarse como parte de las revisiones programadas de varios actos delegados.
    • Introducción de un enfoque de «cumplir o explicar» para la evaluación de la facturación del DNSH – KPI, como medida temporal.  
  4. Ayuda a las PYME para acceder a financiación sostenible:
    • Adoptar un enfoque simplificado y voluntario para los bancos y los inversores.
    • Adopción de un enfoque simplificado de la Taxonomía para las PYME que cotizan en bolsa.  
    • Este último apartado es clave, para que esto coja forma, pues se hace indispensable que la PYME entre en esta dinámica para que la transición hacia el Net Zero pueda llegar a ser una realidad.

Según la Plataforma Europea de Finanzas Sostenibles, los beneficios esperados de esta reforma serían:

  • Reducción de la carga de información de las empresas no financieras en más de un tercio.   
  • Reducción de la carga de información de las empresas financieras.   
  • Mejora de la proporcionalidad y la eficiencia en la presentación de informes.   
  • Mantenimiento de la ventaja competitiva de Europa.   
  • Fomento del crecimiento sostenible.   
  • Refuerzo de la resiliencia económica.   
  • Aseguramiento del liderazgo mundial de Europa.   
  • Avance en los objetivos del Pacto Verde.  

Conclusión

En general, creo que han hecho un buen trabajo y planteamiento. Ahora hay que esperar para ver cómo esto se plasma en los reglamentos y cómo funciona la puesta en práctica, pero no hay que tener miedo a realizar estos ejercicios, pues todo está en mejora continua, ¿por qué no la normativa? Los tiempos cambian y las empresas cambian, así como los motivos por los que se realiza un reglamento. Lo importante es que los cambios sean para mejorar, facilitar y hacer más práctica la norma.

Al final llevándolo al coste financiero, os dejo esta reflexión: no tenemos que pensar que nos cuesta realizar esta transición, sino que nos puede costar el no hacerla.

La sostenibilidad es una cosa de todos, y a todos nos gusta tener un buen medio ambiente, una sociedad desarrollada, calidad de vida y por supuesto bienestar. Ir contra la sostenibilidad es ir en contra de todo esto.

Ampliación

¿Qué es la Taxonomía?

En este sentido, lo primero que tenemos que saber es que la Taxonomía es un sistema de clasificación que permite identificar qué es medioambientalmente sostenible y qué no lo es. Es decir, la taxonomía define en qué circunstancias una actividad es sostenible, desde un punto de vista cuantitativo y objetivo, basado en el estado del arte. Por este motivo la Taxonomía es la piedra angular de las finanzas sostenibles, pues para saber que es sostenible tienen que existir unas reglas.

Como en mi anterior publicación, “volvamos al bar” y comentemos por qué nace la taxonomía.

Hasta hace unos 6 años (2018) la sostenibilidad era algo etéreo y cualitativo. Las empresas que trabajaban la sostenibilidad lo hacían bajo el marco de la RSC/RSE y todo versaba en acciones puntuales de marketing (esto suponía que trabajar la sostenibilidad era un gasto y no una inversión). 

A raíz del Pacto de París, y ante la necesidad de descarbonizar la economía, nace el famoso Pacto Verde que marca una estrategia ambiciosa para descarbonizar Europa en 2050, el famoso Net Zero. Pero cumplir este objetivo no es una tarea fácil y para ello es necesario impulsar un cambio en el paradigma de gestión de las empresas para que ocurra la transformación.

El primer paso era buscar la forma de que la sostenibilidad fuese rentable y generase valor, para ello había que asociar el dinero con la sostenibilidad, es decir, algo tangible con algo intangible. Y se creó el ESG y la Estrategia de Finanzas Sostenibles de la UE, para, de una manera directa, vincular el dinero con la sostenibilidad, demostrando que las empresas que más trabajan la sostenibilidad eran más rentables y accedían a financiación más barata y encima su valor de tasación era mayor, porque además, evitaban los riesgos de la regulación en sostenibilidad.

El segundo paso y más importante de todos, era el de marcar las reglas del juego y definir qué es sostenible y que no lo es, porque no todo vale. Ahí es cuando en 2020, en plena pandemia, llegó el reglamento de la taxonomía y posteriormente los actos delegados que lo desarrollan.

La Taxonomía tiene como fin ayudar a los inversores a comprender si una actividad económica es ambientalmente sostenible. Su objetivo principal es convertirse en el lenguaje común entre inversores, emisores, legisladores y empresas, que contribuya a aumentar la confianza en que efectivamente las inversiones verdes cumplen con unos principios y estándares ambientales sólidos y transparentes, alineados con los compromisos del Acuerdo de París y los ODS. 

Para ser incluida en la Taxonomía, una actividad económica debe contribuir sustancialmente al menos a uno de los seis objetivos ambientales y no causar daños significativos a los otros cinco, además de cumplir con unas garantías sociales mínimas.  En otras palabras, la taxonomía supone la necesidad de incorporar cuestiones como la sostenibilidad en la toma de decisiones de la dirección de las empresas.

Qué es y qué no es taxonomía

La Taxonomía de la Unión Europea es una herramienta de clasificación que sirve para identificar qué actividades son sostenibles y en qué circunstancias. 

Objetivos

Los objetivos finales que persigue el reglamento son los siguientes: 

  1. Mitigación del cambio climático; 
  2. Adaptación al cambio climático; 
  3. Uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos; 
  4. Transición hacia una economía circular; 
  5. Prevención y control de la contaminación; 
  6. Protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas. 

A fin de determinar el grado de sostenibilidad medioambiental de una inversión, una actividad económica tendrá la consideración de medioambientalmente sostenible cuando dicha actividad económica: 

  • Contribuye sustancialmente a uno o varios de los objetivos medioambientales anteriores, tras la aplicación de los reglamentos técnicos.
  • No cause ningún perjuicio significativo a alguno de los objetivos marcados en el reglamento, los famosos DNSH.
  • Se lleve a cabo de conformidad con las garantías mínimas sociales establecidas en el propio reglamento (basadas en los convenios fundamentales del trabajo de la Organización Internacional del Trabajo).
  • Se ajusta a los criterios técnicos de selección establecidos por la Comisión de conformidad con el reglamento.

Es importante tener en cuenta, que tanto la aplicación de la taxonomía como sus reglamentos técnicos requieren de un conocimiento profundo de las actividades empresariales, su costes operativos, así como de sus inversiones. 

Hoja de ruta

En este sentido, desde Omawa, creemos que es recomendable realizar un análisis ciclo de vida de la actividad empresarial para conocer todos los flujos e impactos de la actividad empresarial al medio ambiente y poder plantear con certeza una estrategia empresarial de alineamiento a la taxonomía. Es importante que sepamos que nadie o casi nadie va a cumplir con la taxonomía de entrada, el objetivo de esto es avanzar hacia su cumplimiento con una hoja de ruta realista, es decir, poder tener un Plan Capex que nos haga pasar del “Brown al Green”, o lo que yo denomino tener un Plan de Transición para avanzar en la línea del Net Zero y que los bancos financien estas inversiones generadores una mejora en su GAR (Green Asset Ratio o Ratio de Activos Verdes).

El tercer paso es desplegar en la práctica esta estrategia, lo que ha supuesto un trauma por la complejidad en la práctica. Esto ha supuesto que no sea útil para canalizar inversión, pues una cuestión clave de la Taxonomía es que se basa en datos objetivos de cumples o no cumples, pero tu no sabes si cumples hasta el final, el papel aquí cuenta poco, hay que parecerlo y luego serlo. 

Esta situación genera incertidumbre a las entidades financiadoras, pues ¿cómo financias algo bajo taxonomía sí hasta que no está ejecutado no se si va a cumplir? porque el papel lo aguanta todo.

Y las empresas se vuelven locas para cumplir los criterios técnicos de selección y luego entran en el maravilloso mundo de los DNSH, que son, en muchos casos, “la muerte a pellizcos” pues analizar las afecciones a cada objetivo se vuelve un trabajo costoso y plagado de dudas interpretaciones varias, que genera rechazo, pues gran parte de la información que se necesita no depende de la empresa y depende de terceros que pueden carecer de la formación y entendimiento de lo que es la taxonomía y los DNSH. Y aquí podría poner muchos ejemplos sobre todo del sector construcción.

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